lunes, 13 de octubre de 2008

Por el boulevar de los sueños rotos


"Cuenta Álvaro Urquijo que a finales de los años setenta pegaba su cara al escaparate de una tienda de instrumentos en la Corredera Baja de San Pablo, en Madrid, y se ponía a llorar. Frente a él relucía una guitarra amarrada a una cifra, en pesetas, inalcanzable. Años después, con la cartera algo más abultada, la encontró en Nueva York y no le tembló el pulso. Con ella se han grabado todos y cada uno de los casi 20 discos de Los Secretos, la mítica banda madrileña que acaban de celebrar 30 años en la música.

Con ella también apareció anoche en Las Ventas el pequeño de los Urquijo y jefe de Los Secretos en quizá el concierto más emocionante de su vida."

... Así comienza la crítica con la que El País, como otros tantos medios, se ha hecho eco de uno de los conciertos más emotivos que se han celebrado en los últimos tiempos.

El pasado viernes, ante la atenta mirada de 18.000 personas, y sobre todo la de mi marido, fui testigo de que las cosas bien hechas perduran en el tiempo. Yo no soy fan de Los Secretos, ni lo he sido nunca, es más, me han parecido siempre bastante tristones... pero mi marido siente verdadera devoción por ellos, y con motivo de su cumpleaños me aventuré a comprar dos entradas para el que decían sería un concierto mítico... y tanto que lo fue... no tengo palabras para explicarlo, había que estar allí, la música, la gente, las palmas, las guitarras y, sobre todo, la emoción de un montón de "carrozas" volviendo a aquellos maravillosos años en los que llenábamos las carpetas del colegio de chicos y chicas guapas, nos remangábamos la falda del uniforme para hacerla mini, nos pintábamos la cara como picassos a la luz del portal para que en la disco no se dieran cuenta de que no llegábamos a los 16... en fin, un montón de recuerdos que dejamos volar durante casi tres horas en las que no paramos de aplaudir, cantar, saltar...

Todos los amigos quisieron estar allí, se oyeron voces de todos los lugares, pero sobre todo, la tuya, Enrique, desde donde estés... porque aquella noche estuviste más presente que nunca.

Y a tí, Joaquín por descubrirme un mundo más allá de las lágrimas, gracias.

Aquí os dejo un testimonio gráfico de lo que aquella noche se vivió.

Con Enrique de fondo



Al final todo el público cantamos "Déjame" y ellos nos hicieron los coros

Gracias por pasar por aquí.